Capítulo I: La Rutina del Sábado
Desde qué estaba en bachillerato le pareció un sacrilegio en contra de las
normas del sábado, el tener que levantarse temprano para ir a barrer el
plantel. Un año después cuando tenía que madrugar los sábados para ir a
trabajar siguió creyendo lo mismo al principio, pero después se consolaba con
el hecho de que le pagaban por madrugar y contestar llamadas. Ese sábado fue
diferente; era un lunes de enero (sábado disfrazado de lunes) frío y gris, muy
típico de la época. Esperaba el camión en el lugar de costumbre, James Hetfield
le susurraba por los audífonos "Enter Sandman", ella cantaba sin
emitir ningún sonido.
Siempre cantaba mientras esperaba, hasta que aparecía el camión. Subía al
camión y pagaba el pasaje, ignorando cualquier intento de flirteo que el chofer
o el boletero le hacían. Caminaba por el pasillo en busca de asiento pero
extrañamente ese sábado el camión iba lleno.
- Ni modo- dijo en voz alta para sí misma.
En ese momento estaba de pie en la mitad del pasillo, cuando de repente volteó
a su lado izquierdo y lo vio por primera vez. Su rostro estaba iluminado por la
escasa luz grisácea que se filtraba por la ventana y como sí fuera conspiración
divina en ese momento en sus oídos comenzaron a escucharse las primera notas de
"I've just seen a face". Y lo que pasa con ella es que cada vez que
ve a alguien que le llama la atención, no lo deja de ver; primero con cautela,
luego con curiosidad y la curiosidad terminaba en acoso. Se había vuelto
profesional en las "artes de acosar". Cada vez que acosaba venía a su
mente la canción del acosador, "Every breath you take", cada suspiro,
cada movimiento... Ella lo iba a estar observando.
Había algo en ese extraño, algo que nunca había visto en otras personas, en
este caso víctimas de su mirada acosadora. No era externo, era una cosa
interna, tenía que conocerlo. Pero ese sábado no, era demasiado pronto, tenía
que acosarlo un poco más y por lo menos saber de donde era; aunque algo le
decía que era de ________, podría ser.
En ese momento el extraño abrió los ojos, ella apartó su mirada, la fijo en la
enfermera que estaba frente a ella leyendo un libro de medicina. Aún así con el
rabillo del ojo lo siguió observando, vio como descorrió la cortina y como con
un movimiento rápido se asomó y vio al exterior. También vio como tomo sus
cosas y se puso de pie. Comenzó a andar por el pasillo atiborrado de gente, se
abría paso con algo de cuidado sin perder el garbo. Y ahí lo vio bien, tenía
una imagen ruda, para ella era como un sueño adolescente.
Cuando paso a su lado,
ella quiso pasar inadvertida, dejo de respirar en ese momento pero jamás dejo
de verlo hasta que se perdió de vista por la puerta del camión.
Capítulo II: Notas
Cuando aquel sábado término, el recuerdo del extraño se fue cuando las primeras
estrellas comenzaron a llenar el firmamento azul marino, el color de las noches
en invierno.
Durante toda la semana ella trató de tomar la misma línea de camiones, pero
todo con resultados infructuosos, nunca estaba ahí.
A los pocos días olvidó el asunto, su vida siguió con normalidad. La misma hora
de entrada, el mismo cubiculo gris oficina, los mismos gringos llamando y ella
muy sonriente vendiendo su alma a cuarenta y tres pesos la hora; y el diablo
siempre ahí presente con su cable de teléfono que se convertía en látigo lunes
y martes, porque de alguna u otra manera tenía que controlar el caos del call
center, no podía dejar ir a ninguna de esas almas esclavas a su servicio.
Transcurrió la semana todo igual de monótono, hasta un jueves que iba en el
camión con su tía. El camión se detuvo en _________, estaba oscuro y hacia
frío; ella comenzó a ver a las personas que subían al camión, cuando de repente
ahí apareció el extraño. Era la segunda ocasión que lo veía aunque esta vez
solo se limitó a observarlo por menos de dos minutos, al final desapareció
entre la oscuridad de los últimos asientos del camión.
Al siguiente sábado tomo el mismo camión, y ahí estaba. Otra vez dormido
frunciendo con ligereza el entre cejo, esta vez no la convenció con ese sueño
tan falso. Tomo asiento cerca de el, quería acosarlo mientras fingía dormir; y
aunque fingía dormir era vulnerable a ella con su mirada acosadora. Pero esta
vez el sueño fue más fuerte y término quedándose dormida, cuando despertó el ya
no estaba.
Los siguientes sábados, ya tuvo certeza de algunas cosas, tal como lo
sospechaba el era de ________, siempre se sentaba en el mismo lugar procurando
el lado de la ventana y claro ni dormía solo fingía hacerlo, una cosa muy
notoria fue su manera de vestir que te vendía una imagen de chico rudo, un
James Dean fan de Metallica. Todo un sueño adolescente para ella, había que
admitirlo.
Llevaba varias semanas acosandolo y sabía todo lo que a simple vista se podía
desentrañar, se había aprendido su rutina e incluso apostaba consigo misma
sobre la playera que iba a usar ese día. Sabía todo eso, excepto su nombre...
"Hola! Sabes te he observado desde hace unas semanas (sólo observado nada
de acoso) y pues sabes me intriga, saber como se llama mi víctima (no eres una
víctima, claro pero es por así decirlo)... Espera no te asustes, es broma...
(yeah right bitch)..."
Y eso era lo que pasaba por su cabeza cuando pensaba como entablar una
conversación con el.
Para su suerte y desgracia enfermó, se quedo afónica y falto unos días al
trabajo. No hacía nada, la enfermedad le quitaba la voluntad de levantarse, se
quedaba en cama usando la computadora (nada nuevo ver una película, las redes
sociales, etc.)
Entonces comenzó a hacer lo que mejor sabía, acosar por las redes sociales.
Empezó con las personas "cheesy" como tipas que le caían mal, ex
novios y terminaba con las personas que le llamaban la atención viendo los
amigos en común y cosas así.
Estaba en el perfil de no se quien, cuando le dio por ver los amigos que tenía
esta persona; estaba revisando de manera muy rápida cuando de repente vio una
foto de perfil que se le hizo familiar.
Regreso y la vio con
detenimiento, se emocionó de solo pensar que había un 90% de coincidencia con
su víctima. Entro al perfil y vio más fotos... Efectivamente era el. Lo había
encontrado por accidente y ahora sabía su nombre, se llamaba ______.
Dio click en "agregar contacto" y cerro la página como quien esconde
la evidencia de un brutal crimen.
Capítulo III: Mucho gusto señor Sparrow.
Esa misma noche cuando ella entró a su página en la red social tenía varias
notificaciones ninguna importante. Hasta qué la vio: "______ ha aceptado
tu solicitud".
No exploto de felicidad, simplemente exclamo un "bingo" que sonaba
más a victoria en esta batalla secreta de miradas y acoso. Pero ella siguió con
su orgullo disfrazado de timidez, no le hablo esa noche, ni a la siguiente, ni
en toda al semana; se podía decir que a ella le urgía hablar con el, pero no
iba a dar el primer paso, no cedería así de fácil como mujer desesperada.
Se obsesionaba con el asunto pero era cuestión de horas de trabajo para qué se
le olvidará todo. En realidad todo se le
olvidaba ahí, los malos y buenos recuerdos, las personas, la escritura, la musa
e incluso el español se borraban por completo. El diablo se encargaba de eso,
era parte de su trabajo, por eso era el diablo.
La costumbre de verlo cada sábado en el camión perdió interés cuando porfin
conoció su nombre. Ese sábado no lo vio en el camión, tampoco ese sábado fue
tan detestable en el trabajo porque sabía que al final del día agitaría un poco
la melena y repartiría golpes a diestra y siniestra en ese concierto al que
planeaba asistir. Y así fue ese sábado, ya de febrero, donde por primera vez en
muchos meses se olvidaba del mundo entre el mundo.
Cuando regreso a su casa lo primero que hizo fue compartir su experiencia del
día a todos por medio de las redes sociales, se esperaba comentarios y "me
gusta" pero lo que no se esperaba fue esa pequeña ventana del chat con un
"Hola" que fue escrito por su víctima favorita. Ese fue el primer
contacto que tuvo con el, la plática fue acerca del concierto, los dos habían estado
en el mismo lugar pero no se vieron para nada. Hablaron sobre información en
general, la música, las bandas y los guitarristas; todo normal. La conversación
murió porque ella se quedo dormida, pero estas conversaciones nocturnas recién
comenzaban, la pequeña barrera entre desconocidos a conocidos se empezaba a
romper.
Comenzaron a conversar todas las noches, había algo en el que la hacía ser ella
misma, no había necesidad de fingir nada. Y las conversaciones siempre eran
monopolizadas por ella. Que hacia, porque lo hacía, para quien lo hacia... Pero
nunca daba santo y seña, sólo datos generales, había una barrera en ella
todavía, la de la confianza.
-Sabes? Eres una persona muy difícil de descifrar para mi, tienes demasiado
misterio y eso me intriga- le dijo el una noche en mitad de la conversación.
-No me doy a conocer tan fácilmente, dame tiempo...- contesto ella.
Las conversaciones eran amenas, hasta que un día el dijo:
-Como sería una conversación en vivo y a todo color contigo?
-Fácil!-dijo sin pensarlo- sería como sí platicarás con Daria Morgendorffer,
soy sarcástica y fría como ella.
-Que gracioso, en cambio si platicaras conmigo sería como platicar con Jack
Sparrow- contesto el.
-En ese caso, mucho gusto señor Sparrow...- contesto ella divertida con la idea
de que hablaba con un ebrio de primera.
Las conversaciones llegaban a su fin a eso de las 23 horas cuando a ella se le
cerraban los párpados y pensaba que el día siguiente tenía que tomar llamadas
estresantes.
-Te conozco de alguna parte?- le dijo ella una vez, lo escribió con un cinismo
inmenso porque ella era su acosadora.
-Pues sí te vas en el camión que pasa a las 7:15 por _______ tal vez me hayas
visto- contesto el.
- Sabes? Sólo los sábados tomo ese camión, los demás días me voy temprano.
-La próxima vez si te llego a ver te diré: "Eres _______?- dijo el
enseguida escribió un "hahaha".
Las semanas se hacían cortas desde que mantenían esas charlas nocturnas, los
días y las noches volaban.
Cuando llego el sábado, la adrenalina estaba en ella, estaba en todo su
sistema. Por primera vez hablaría con su acosado, la excitaba a la idea y le
causaba curiosidad al mismo tiempo. Subió al camión y su mente estaba en
blanco, ni si quiera el "Master, Master" del señor Hetfield la
concentraba en la canción. Ni si quiera lo busco en los asientos uno por uno,
lo olvido. Pero cuando volteó a su lado izquierdo en la parte de atrás del
camión lo vio ahí, sentado "durmiendo".
-Me das permiso?- pregunto ella.
El abrió los ojos, le sonrió y dijo:
-Tu eres _______?
-Depende quien lo pregunte.
Se observaron unos momentos y se limitaron a sonreír.
Capítulo IV: Los besos forzados.
La espera del sábado se le hacía muy lejana, en ese momento los días se
volvieron largos y las noches muy cortas. Las pláticas que en algún momento
llegaron a ser eternas ahora parecían de sólo unos cuantos minutos. Pero por
fin, habían hablado de simplezas de la vida y el trabajo, pero lo habían hecho
frente a frente. La experiencia no la decepcionó, fue muy grata, inesperada
pero superaba las expectativas. Así pasaron los siguientes sábados cuando
tomaron la suficiente confianza entre ellos y se comenzaron a hacer cariños que
dolían o dejaban moretones.
Hasta qué uno de eso sábados pasó. Ella se levantó como de costumbre, pero la
premonición surgió cuando amarraba el cordón de su bota izquierda: "me va
a besar", lo pensó en voz alta. El pensamiento le causaba algo de morbo,
besar al tipo que solía acosar, ni si quiera en sus sueños más descabellados
había considerado esa opción. Esta vez cuando subió al camión lo hizo con
normalidad, camino hasta la parte trasera del camión y le toco la frente para
despertarlo.
-Good morning Sunshine!- exclamo ella mientras él abría los ojos y se recorría
al asiento de al lado.
Ella tomo asiento junto a él y comenzaron a platicar de cosas sin sentido como
siempre, pero sin fingir.
De repente ella tuvo el impulso y no resistió la tentación de jalar su barba,
lo hizo de manera rápida e inesperada que él no tuvo tiempo de reaccionar y
sólo le dijo:
-La próxima vez que james mi barba te besare.
-No me digas- contesto ella con tono de burla.
Pero si algo le creía y le daba miedo de él, esas eran las amenazas siempre las
cumplía, y en tan pocas semanas de conocerlo había notado esa característica.
Dejo el asunto así aunque hay que admitirlo le causaba morbo besarlo, y además
la premonición de ese día tenía que pasar de alguna u otra manera; pero así
dejo el asunto, casi casi lo olvido.
En mitad de la plática sobre negros y crack, el impulso la volvió a invadir y jalo
su barba. Y el ni tardo ni perezoso le tomo la cara entre sus manos y comenzó a
besar no con suavidad, era mas bien con algo de violencia, algo demasiado
inusual para ella. Ella forcejeó y al final se zafó de sus manos, él volvió a
insistir y ella siguió con la negativa. Se quedaron viendo directo a los ojos
recostados en el asiento del camión, nadie decía nada, sólo se escucha el rumor
del motor y algunas canciones de norteño que el chofer escuchaba.
-Déjate besar-dijo él sin quitar la mirada de sus ojos.
-No-contesto ella con un tono demasiado frío.
Esta vez él se acerco a ella. Ella no se movió, no quería besarlo pero en el
fondo había algo que le decía que sí; era una especie de curiosidad que
quedaría insatisfecha si no lo hacía y bien dicen que la curiosidad mato al
gato. Él comenzó el beso, ella no lo siguió de inmediato, todavía pensaba y
tenía los ojos abiertos. Cuando comenzó a seguir el beso cerro los ojos y
perdió el hilo de la memoria, hasta que a su mente vino la pregunta: "y si
tiene novia?". Abrió los ojos y miro por la ventana, se apartó de sus
labios y le dijo:
-Aquí te bajas verdad Sunshine?
Él se asomó por la venta y sonrió con sarcasmo, tomo sus cosas y se despidió de
ella con un común y corriente "hasta luego pequeña" y se encaminó por
el pasillo.
Cuando se quedo sola, pensaba en ese beso pero no sentía nada, ni tristeza ni
alegría, nada. El día transcurrió sin mucho que contar, las cosas se le
olvidaron como siempre. Incluso esa noche hablo con él y ninguno de los dos
mencionó el beso, la plática fue normal, sólo que al final el se despidió con
una frase:
-No te enamores de mi.
-No caigo tan bajo "Casanova"- escribió ella.
Desde aquel día cada que se veían terminaban besándose. Esos besos no tenían
nada de sabor a ternura, tenían un sabor a deseo. Eran un sincero "te
quiero en mi cama".
La espera del sábado se hacía cada vez más larga, la semana tenía más
triquiñuelas y el trabajo cambiaba. El diablo decidió que el infierno empezaría
una hora más temprano, y sería así por cuatro semanas. Lo único que eso podía
significar era que ya no habría más razón para ir al trabajo los sábados, por
lo menos en cuatro semanas. Esa misma noche le dio la noticia, inesperadamente
él la tomo con tristeza pero con la promesa de visitarla un día después del
trabajo.
El último sábado que se vieron en el camión, ella estaba cansada, así que solo
llego y se recostó a su lado intentó dormir pero no podía, eran sus últimos
minutos juntos hasta no sabía cuando.
Como la última vez se
quedaron recostados en los asientos, de manera que se podían ver directo a los
ojos. Hablaron de cosas sencillas, esperando el momento del adiós temporal.
En ese momento el la besó, este beso fue diferente, era tierno y lleno de
cariño, un cariño que ser hizo muy inusual. Esta vez ella no puso resistencia
alguna, dejo que las cosas fluyeran.
-Por fin! Has dejado de resistirte-exclamo el cuando se separaron.
-Al final te acostumbras sabes?-contesto ella.
-Te extrañare-dijo él.
-Sólo son cuatro semanas, aparte sabes donde buscarme- dijo ella y se asomó por
la ventana y dijo con algo de tristeza- Aquí te bajas.
Se vieron a los ojos, él comenzó a tomar sus cosas y antes de levantarse del
asiento le dio un beso de despedida, un beso que se quedaría en su memoria en
las próximas dos semanas.
Capítulo V: Jueves.
Su vida no podía ser más perfecta, tenía un trabajo, tenía amigos, lo tenía a
él... Pero que pasa cuando el pasado regresa y toca a tu puerta otra vez
pidiéndote una oportunidad? Ella no era el tipo de persona que le dice no a las
oportunidades. Le dijo si pero aún así la decisión le tomo una noche entera en
vela y siete cigarrillos para pensarlo. Se quedo dormida pensando en el tema,
cuando la decisión estaba tomada. Se volverían a ver las caras ese domingo y
hablarían, llegarían a un acuerdo, llegarían de nuevo a un nosotros.
En ese momento cuando se reconcilio con D se olvidó de todo, incluso de su
Sunshine. El trabajo en lugar de volverse más ameno con un pensamiento nuevo,
se volvió insoportable, tanto que dejo de obedecer al diablo. Comenzó a hacer
su voluntad y se reveló contra el señor de los infiernos. La comunicación con
su Sunshine paso a segundo plano, dejo de ser primordial para sobrellevar la
noche y día.
Y fue un jueves cuando él se decidió a visitarla, ella lo recogió en la parada
del autobús, y lo llevo a su lugar favorito, un parque apartado de la
civilización. Después de estar con él por escasos minutos, la felicidad se
completó en ella. Platicaron y se molestaron como de costumbre, se olvidó de D
por instantes, se concentró demasiado en el momento. Se sentaron en una de las
bancas, muy juntos, demasiado. La conversación se volvió mediocre, para romper
la tensión el la abrazo y ella como siempre jalo su barba y le dijo:
-Te besaré.
-Hazlo-la reto.
-No quiero!
-Pues yo si- y comenzó a besarla de inmediato.
Fue un beso demasiado largo, de los pocos besos que comenzaban sin forzar nadie
y sin agresión. No pensaba en nada, hasta que una luz en la memoria le recordó
a D. No eran nada todavía, sólo estaban en planes. Pero de que algo iban a ser
en el futuro era seguro, pero aún así no era oficial. Sintió por primera vez en
muchos años una pizca de remordimiento y lo dejo de besar. El saco su celular y
vio la hora.
-Es hora de la fuga pequeño monstruo- dijo él.
-Tu lo has dicho bestia- le contesto ella.
No se volvieron a ver en las siguientes tres semanas, pero igual no lo extraño,
ni falta le hizo.
Con D todo marchaba sobre ruedas, pero las manías extrañas de él, de guardarse
todo y contárselo a todo mundo primero antes que a ella le hicieron pasar un
rato amargo.
Cuando por fin hablo, fue como una cachetada de realidad que la saco de la
prisión de mentiras en la que vivía. No le dolieron las palabras, le dolió más
el hecho de haberlo decepcionado. Y fue un miércoles cuando otra vez dejaron
las cosas por la paz, pero con una palabra a la mitad, la permanencia.
El jueves por casualidad del destino Sunshine regreso, traía malas noticias, se
iba. Doble dosis de realidad. Esta noticia dolió más. Aún así él no le negó una
última tarde juntos.
Al final cuando esperaban el camión, ella se recargó en su hombro y dijo:
-Ahí viene tu camión, creo que esto es el adiós.
Él sonrió con tristeza, la volteo a ver y como aquel día de la despedida
temporal la beso en los labios. Ese beso sabía a un amargo adiós. Se levantó y
subió al camión sin decir nada más. Ella camino de regreso a su casa sin
voltear atrás.
Participante # 16