Al culminar la ardua construcción de un párrafo, tomo lo que haya, aguade panela o café, lo necesito luego de ese gran esfuerzo, para recuperar el aliento y la cordura. Saboreo con emoción cada palabra en medio de la magia del proceso, mastico, digiero y, si siento aún una pizca de sabor, le exprimo para terminar de sacar la idea completa, sin trozos dentro; y darle al fin forma y sentido a esa maraña de pensamientos que revolotean como chulos empujándose por un trozo de carne.
Lo único que me calma es ver el cuerpo desnudo del sentimiento arrastrado sobre el papel, siento alivio en el cuerpo, en el hipotálamo, quisiera romper el lápiz o el teclado, no me atrevo, resulto más liviano y tranquilo, como después de un orgasmo con amor; lleno de caricias y un buen descanso.
Hasta que se vuelva a presentar coqueta, sin importar el tiempo transcurrido; la musa de los versos con sus piernas de fuego y ojos de veraz verdad, aroma dulce de almendra claridad, senos desbordados por materializarlo...
Luego de tanto tiempo sentado, distraído y concentrado, con el culo dormido y los pies fríos de no hacer más que escribir, sé, que lo mejor es estar alejado de todo aquello que me hace daño, lo digo una y otra vez como un mantra sagrado, en el que trabajo a diario para algún día cumplirlo a cabalidad. Posterior a esto soy vulnerable, me siento libre y sedo al instinto, al tedio, a vivir sin misión, sin el deber de ser y ser, uno más... Dispuesto a caer en ella cada que guste, cada que me susurre al oído, cada que me pique el ojo, cada que llegue sin avisar, cada que de una señal…
Inspirada en “Trabajos del poeta” Octavio Paz (México, 1914-1998)
Registrado en Dirección Nacional de Derechos de Autor Colombia 2019
Escrito por Gato Krlox
Carlos Andrés Mesa Alarcón
Sogamoso, Boyacá Colombia
Participante 007 - Gato Krlox
