Era tarde, debieron de ser las tres de la mañana cuando por fin pude abrir los ojos; estúpidas pastillas antidepresivas que me hacen dormir mucho. Todo estaba en silencio de seguro mi hermano aún no había llegado de estar con su novia y el más pequeño lo habrían dejado con alguna vecina o tía, en fin pude por fin abrir los ojos y solo pude notar a mi amiga, sí; era ella siempre sale de noche y me visita por lo regular dejo la ventana y las cortinas abiertas para que entre, su luz es hermosa igual que todas las noches.
Trate de dormir un poco más pero solo alcance a dormitar, alguien había entrado a mi habitación supuse que era mi hermano asegurándose de que las pastillas me hubiesen hecho efecto y no encontrarme como en veces anteriores, cortándome con algún cuchillo, navaja o exacto. Pero estaba en un error no era el, el no suele sentarse a un lado de mi ni siquiera se preocupa por mí solo lo hace para complacer a mama, esta persona extraña que aún no sabía quién era seguía sentada por un lado mío, sin darle importancia seguí con los ojos cerrados con la cara hacia la ventana.
De repente esta persona, se recostó y me abrazo por detrás pensé por un momento gritar, pedir auxilio; pero me era reconfortante sentir el cariño y calor humano de alguien más, así que sin saber quién era me acomode más, alcance a percibir que era un hombre, alguien masculino no sabría exactamente de qué edad pero era un hombre, sin darle mucha importancia me quede totalmente dormido.
Por alguna razón mi amiga me llamaba pues su luz brillaba más que nunca aquella noche, no me extraño que todo siguiera en calma ya que por lo regular y para que no me altere mama solía pedirle a mis hermanos no hacer mucho ruido, mas sin embargo algo me saco de onda, el seguía ahí, acostado por un lado mío, quise verle la cara pero mi amiga me defraudo su luz se había opacado gracias a que una nube la había tapado, no me quise quedar con la duda así que armándome de valor le toque el rostro, toque su cabello, era largo y muy lacio. Solo alguien se me vino a la mente en ese instante pero no lo podía creer por que se suponía que él estaba en Canadá.
El, el causante de mis heridas en brazos y piernas, quien hizo que me internaran por tres largos meses en un hospital psiquiátrico, no podía ser él, seguramente estaba soñando, mi amiga no se volvió a aparecer por el resto de la noche, de hecho empezó a llover esa noche tuve que cerrar la ventana y correr las cortinas, sin verle el rostro me recosté sobre su pecho pensando que era solamente un sueño que las malditas pastillas me solían provocar.
Justo antes de quedarme totalmente y profundamente dormido por última vez; me abrazo y me susurro al oído: “Jamás te dejare solo de nuevo” diciendo esto me beso, me abrazo fuerte y quede dormido.
Como todas las mañanas era de suponerse mi despertador sonó a la misma hora y aunque había dejado la escuela desde ya hacía mucho tiempo, tenía que ir las estúpidas terapias, desperté y lo primero que vi fue el sol, me calaba la luz como si hubiese tenido fiesta la noche anterior, me dolía la cabeza y un poco la espalda a causa de las pastillas que hacen que duerma como oso cuando hiberna, me puse boca arriba y extendí los brazos, curioso no había nadie, debió de haber sido un sueño, después de todo él está en Canadá.
Me levante de la cama puse un poco de música y justo antes de salir de mi habitación note algo que no correspondía a mi habitación sobre la silla justo a lado de mi escritorio, había un suéter; ese suéter de inmediato lo reconocí pero no podía ser, él estaba a kilómetros de aquí, ese suéter celeste con blanco a rayas y con capucha le pertenecía a el, era el suéter que llevaba puesto la primera vez que nos vimos charlamos esa vez por mucho tiempo y de ahí que nos hicimos amigos.
Él había estado conmigo la noche anterior, no fue un sueño, tome el suéter entre mis manos y lo olí, olía a él, su desodorante y más allá del desodorante su aroma natural, él había estado conmigo aquella noche; jamás supe cómo ni cuándo pero hasta la fecha no he sabido nada de él, solo mi amiga la luna fue testigo de lo que sucedió la noche anterior.
Interrogantes pasan por mi cabeza pero aquella noche jamás la podre olvidar, aún sigue el suéter colgado en lo más profundo de mi guardarropa, tratando de que no se el aroma tan característico de él. Él es solo un recuerdo que en si momento me dolió mucho, que me llevo a hacer cosas que hoy me arrepiento, mi cuerpo quedo marcado, cicatrices que me recuerdan constantemente que jamás lo volveré a ver, y aun que el no lo sepa le deseo la mejor de la suerte y que se cuide mucho…
Participante # 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario