Escrito 0002 – Los ojos del mal. |
Era una tarde de verano como muchas otras en las que Leire pasaba todo el día
sola en su casa, sus papás habían salido a trabajar como todos los días y ya no
le ponían tanta atención como antes, como cuando pasó su accidente, aquel
terrible accidente que la había hecho perder tantos días de escuela y que aún
no le había permitido regresar, extrañaba platicar con sus amigos, el almuerzo
en la hora de receso, hasta extrañaba la tarea que le dejaban un día normal en
la prepa, pero a pesar de todo lo que había perdido había algo que la tenía
contenta, algo que la hacía pensar en que iba a volver a esa rutina que amaba y
a las situaciones que extrañaba de la convivencia en la escuela, por fin
regresaría la próxima semana después de un mes en hospitales y en casa,
pensando que su terrible accidente ahora solo sería un triste recuerdo de su
pasado, que solo quedaría en el pasado y del cual pronto se recuperaría.
Aquel día, el de su accidente, las cosas eran muy normales, cambio de clase en clase en la prepa, charlas con sus amigos en los pasillos, hasta los saludos con sus profesores, Leire siempre había sido una chica muy social y apreciada por todos, incluidos los profesores, la querían y apoyaban en sus estudios, sabían que tenía un intelecto que debería ser apoyado para que sobresaliera, Leire no tenía nada más que pedirle a la vida, era popular para los demás estudiantes de la preparatoria y muy inteligente según consideraban los mismos maestros, una chica ideal para otros de sus pares.
Al terminar ese día escolar, Leire se dirigía al estacionamiento, sus papás le habían regalado un automóvil por sus calificaciones el año pasado, no tenía que esperar el autobús escolar nunca más, ahora ella podría regresar a su casa sin necesidad de esperar y perder el tiempo afuera de la escuela, amaba tanto ese auto, un beetle color limón con capote desmontable. Todo transcurría con mayor tranquilidad como siempre pasa en este lugar, nadie esperaba lo que estaba a punto de suceder, nunca nadie lo habría podido pensar, como a una niña tan querida, aparentemente por todos, estaba a punto de sucederle tan terrible accidente, si es que así lo queremos llamar, accidente.
Días antes de los hechos había recibido algunas cartas anónimas en las que de alguna manera u otra trataban de asustarla y a la vez advertirle que se cuidara de todos, que entre sus propios amigos se encontraba la persona que la dañaría pero Leire hizo caso omiso de las cartas, pensaba que eran una clase de broma de su mejor amigo David, que sólo trataba de asustarla y le perdió el temor, de haber sabido que él no era quien le enviaba los anónimos, que el autor de las cartas lo que quería era advertirla de lo que sucedería el día de hoy, quien podría haberlo sabido, quizás sólo el autor de aquella vil y tremenda fechoría.
Mientras Leire se dirigía a donde se encontraba su auto, unos espacios en el estacionamiento a la derecha de su auto se encontraba alguien cubierto por una sudadera con gorro de color negro, tal vez era el mismo que le escribía las cartas o tal vez era el que había hecho posible su accidente y sólo esperaba ver pasar su obra de arte y reírse como nunca en la vida por su jugarreta. Al momento en el que ella buscaba las llaves de su coche en el bolso para poder irse a su casa, se dio cuenta que algo estaba mal, no sabía que era pero algo pasaba, lo podía sentir, aunque no le prestó la debida importancia y abrió la puerta del auto, se metió y lo puso en marcha, mientras salía del estacionamiento se dio cuenta de que su sospecha era algo muy posible, por lo que detuvo el auto y bajó, era algo extraño pero en dirección donde se encontraba su coche estacionado se encontraba un caminito de algo que parecía ser su propio combustible, pero eso no era lo verdaderamente importante, si no que alguien se encontraba donde estaba su coche estacionado y tenía algo en su mano, parecía que era un fósforo y estaba a punto de lanzarlo a aquel líquido en el piso, en ese momento lo soltaba y comenzaba una línea de fuego dirigiéndose hacia donde se encontraba el coche y Leire por supuesto, todo sucedió en unos pocos segundos, de repente Leire sólo sintió que podía volar, se sentía aturdida y acalorada, unos segundos más y no sintió nada en absoluto, se encontraba inconsciente, pronto empezó la gente a ver desde lejos lo que había pasado y se dieron cuenta que Leire se encontraba tirada en el pasto de un jardín de la prepa, rápido acudieron a ayudarla y tratarla de revisar por si algo estaba mal, se llamó a la ambulancia porque aún continuaba inconsciente después de haber aterrizado de un golpe seco, poco antes de que llegara la ambulancia ella comenzó a reaccionar pero se la llevaron aun así para revisarla mejor en el hospital porque se desmayó de nuevo.
Cuando Leire despertó se encontraba en la cama de un hospital y a su lado su mamá. Afuera de la habitación se podía ver a su padre tener una conversación con un doctor, seguramente le estaban informando lo que había sucedido en la salud de Leire tras el accidente.
De repente se escuchó el grito de Leire, ya que no sabía que estaba pasando, que era lo que tenía en la cara y la hacía sentir desesperación, al momento en que su mamá la escuchó, corrió a acercarse hacia ella, lo mismo hizo el doctor, se acercaron a tranquilizarla y le empezaron a contar de su terrible accidente, de cómo la broma de uno de sus compañeros y que aún no se sabía quién había sido, le había dejado una cicatriz del lado derecho de la cara y que además de eso, tenía atrofiadas las retinas y que era una posibilidad que perdiera la visión.
Todo esto paso en las horas más tristes en la vida de Leire,
entró en un episodio de depresión los días posteriores a este, mientras sus
padres se la pasaban pensando y tratando de rogar a Dios que no perdiera su
vista. Los días transcurrieron y llegó el momento de retirar las vendas de su
cara y sus ojos, el día decisivo en el que sabría cómo continuaría con su vida,
tal vez quedaría ciega, marcada de la cara y eso no le importaba tanto, lo que
le importaba en realidad era que estuvo perdiendo clases y en quien podría haber sido
el causante de esta tan mala broma que la pudo haber matado.
Los 15 minutos más largos de toda su vida, fueron en los que el doctor retiró las vendas, Leire se esperó un poco antes de abrir sus ojos, al momento en que los abrió solo hubo silencio, esperando que ella les dijera si podía ver o no.
Lo único que pudo pronunciar fue – Llévenme a casa.
El transcurso del hospital a su casa paso de la manera más extraña, un silencio total de sus padres así como de Leire, se tuvo que adaptar una habitación para ella en la planta baja de la casa, puesto que en su situación estar subiendo y bajando escaleras sería complicado.
Leire había quedado temporalmente ciega, pero le seguirían haciendo pruebas para ver cómo estaban reaccionando sus ojos al tratamiento y lo más seguro es que recuperaría su vista, pero no se sabía cuánto podía tardar esa recuperación. Por lo pronto, debería de acostumbrarse a vivir con la luz de sus ojos apagada.
Se mostraba de la mejor manera, su ánimo se había recuperado al igual que su herida en la cara, tenía que acudir a terapia con un psicólogo para que pasara por el problema y recuperara su vida anterior, pero ella no quería acudir, no tenía nada que hacer ahí, ya que ella no estaba mal, eso lo hacía más raro, no sentía tristeza ni enojo y eso asustaba a sus padres.
Fueron 10 días los que pasaron antes de que pudiera regresar a la escuela, aun sin poder ver, ella ya quería regresar y poder al menos escuchar las voces de sus amigos, la próxima cita que tenía con su oftalmólogo sería ese mismo día al salir de clases y ella quería saber si había algún cambio en sus ojos.
El día pasó lento, con las preguntas de todas las personas que la apreciaban, muchos ¿cómo estás?, ¿cómo te sientes?, ánimo, y cosas por el estilo.
A pesar de que el día pasó lento, al final terminó y Leire esperaba a su madre en la entrada de la escuela, ella sería la encargada de llevarla al doctor y saber cómo seguía la recuperación en sus ojos.
La visita al doctor sólo inquietó a Leire y a su madre, el especialista les dijo que todo estaba bien en sus ojos ahora y que su recuperación sería ya evidente en unos cuantos días, que volvería a vería en un corto tiempo.
Pensar en esto la hacía sentirse bien ahora, antes sólo fingía para no preocupar a sus papás sin saber que eso era lo que precisamente los preocupaba, pero ahora, se encontraba bien, tenía coraje y enojo por quien le había hecho eso, pero fuera de eso, se encontraba de maravilla.
Los días siguientes transcurrieron muy bien, siempre la pregunta de su mamá al levantarse era la misma -¿puedes ver algo? Y la respuesta también era la misma -no.
Así pasaron varios días más hasta que al fin se dejó de preguntar, se dio por hecho que cuando eso pasara Leire sería la que avisaría a sus padres. Cosa que no pasó.
Todas las tardes Leire pasaba su tiempo encerrada en su cuarto, planeando como vengarse de la persona que la había dañado tanto, si sólo era una o si eran varias, la manera en la que todos iban a pagar por lo que le habían hecho.
Ya tenía pensado como averiguar quién era el sujeto de la chamarra que se veía sospechoso el día del accidente, él la llevaría a saber quién le había hecho eso, seguramente él había visto la escena desde lejos, cuando el otro sujeto encendía el fósforo, Leire sabía que eran dos personas diferentes.
Al día siguiente, acudió a la tienda comercial que se encontraba enfrente del estacionamiento de la preparatoria, no se le había ocurrido preguntar si ellos tenían cámaras de vigilancia ¿y sí ahí se alcanzaba a ver alguno de los dos sujetos? Eso sería suficiente para saber quiénes eran, eso mismo hizo al salir al receso, se dirigió a la tienda, estos días le habían servido para acostumbrarse a utilizar el bastón para invidentes.
Al llegar, preguntó por el gerente y éste le informó que, efectivamente, ellos tenían cámaras que mostraban el estacionamiento de enfrente.
Leire pidió que le mostrara la grabación del día de su accidente y le hiciera una copia para que la pudieran ver sus padres y la policía en su casa.
Al llegar a su casa, se bajó del coche de su mamá sin decir nada y se dirigió a su habitación, rápidamente, busco su computadora portátil, la encendió y comenzó a ver el vídeo.
Al terminar de ver el vídeo, ella sabía exactamente quienes eran las personas que eran culpables de su accidente, y por tanto, las que debía de pagar.
Al día siguiente, tomó su bastón y se dirigió a la escuela, había pasado la noche pensando que era lo que haría ese día, incluso una parte de la noche recolectó algunos objetos, planeado paso por paso todo, lo había anotado en un código en su celular, no podía equivocarse en nada porque la descubrirían.
Al llegar a la escuela hizo lo mismo que hacía diario, saludar a todos sus amigos, a los maestros y claro, pasar casi todo el tiempo con su mejor amigo David, solo que hoy sería diferente.
A la hora del almuerzo se dirigieron juntos a comprar comida como lo estuvieron haciendo en días pasados, casi siempre compraban hamburguesas y malteadas o refrescos, pero los del día de hoy serían diferentes. Leire había escrito un mensaje en su celular programado para que se enviara en este momento a otro chico de la escuela y decía que le preguntara algo a David en privado, esto esperando que lo hiciera ipso facto y así fue, puesto que David era muy popular todos los demás estudiantes observaban la conversación que tenía con ese extraño cerca de Leire aunque nadie la veía a ella, ese momento de distracción de su parte sirvió para que Leire vertiera un polvo en la hamburguesa y en el refresco.
Y eso fue todo, actúo para su amigo como si nada hubiera pasado y preguntó ingenuamente de quien se trataba, para lo que David le dijo que era el chico tímido que a ella le caía mal. Leire se mostró indiferente, solo continuo comiendo y mirando sin ver hacia donde se encontraba David, esperando impaciente.
Pasaron unos minutos en los que todo parecía normal, la misma comida y la sazón que ya conocían, todo igual, hasta que David se empezó a sentir mal y se agarró el pecho, se le veía mal y no alcanzó a decir mucho cuando cayó al suelo, todos lo vieron estupefactos, entre gritos y personas corriendo a su ayuda, se le llamó a emergencias.
El día pareció demasiado raro, la ambulancia tardó unos minutos, los minutos más tristes para todos los que lo apreciaban, los demás estudiantes que se encontraban en la cafetería y Leire estaban cerca de David, angustiados y esperando que todo se encontrara bien con él.
Ya en el hospital, sólo lo acompañó Leire, ella siempre estuvo a su lado mientras que reaccionaba ya que David ahora se encontraba en estado de coma y no se sabía con exactitud qué había sucedido con él. Los médicos le practicaron muchas pruebas porque no sabían que le ocurría, no tenía antecedentes de enfermedades y eso hacía más difícil pensar que era una sobredosis de un medicamento, le preguntaron a Leire, ya que ella lo conocía mejor que nadie, si ella sabía si él consumía alguna droga, a lo que ella contestó que no.
Más tarde ese mismo día, los exámenes practicados en David, arrojaron niveles altos de Ritrovil, un medicamento anticonvulsivo pero que en personas normales podía ser nocivo, ahora imagínense en niveles muy elevados, eso era lo mismo que dejarlo en peligro de graves secuelas neuronales o peor aún, la muerte.
Ahora la duda era como David había conseguido ese medicamento, si alguien se lo había dado y también importante, porque lo había hecho.
Ahora sólo quedaba esperar a que David reaccionara del coma para saber que le esperaba.
Leire no podía hacer nada ya en el hospital, sólo retirarse a su casa y seguir pensando que más haría, le quedaba alguien para jugarle una broma y ese sería el fin de su venganza, sabía que ese sujeto tendría que pagar aún más por lo que hizo, por no dirigirse directamente a ella a contarle lo que le quería hacer David, por no hacer nada para detenerlo, una cosa era que a ella no le cayera bien pero otra muy diferente era que dejara que algo así pasara, como lo que le había ocurrido a ella.
La parte uno de su plan estaba en marcha con su mejor amigo en el hospital, ahora sólo quedaba que las investigaciones comenzaran en la escuela, Leire sabía que los demás estudiantes empezarían a hablar entre ellos y porque no, a echarle la culpa a ese sujeto extraño que se acercó justo antes de que todo empezara. El mismo que se encontraba cubierto con una sudadera y gorro de color negro aquel día, ese debería de pagar también.
Ese día, Leire volvió a enviar un mensaje de texto a aquel sujeto, esta vez diciendo que debía de acudir al hospital porque David había reaccionado y quería hablar con él, cosa que obviamente, no era cierta, David continuaba peleando entre la vida y la muerte.
Era el momento indicado para ella, sabía que nadie iba a desconfiar de una chica ciega, la dejarían a solas con su mejor amigo, eso lo tenía muy en mente. Nadie le reviso sus cosas, no se preocupan por que pudiera meter a la habitación del hospital y ahí estaba ella, frente a su amigo inconsciente con una pequeña jeringa.
Sabía que tenía unos pocos minutos antes de que aquel chico llegara, eso sería lo que ella necesitaba para culparlo por completo de lo que pasara con David, se colocó unos guantes quirúrgicos y se dirigió a la parte inferior de la cama y le descubrió uno de sus pies, jaló la ámpula y la llenó de aire, eso bastaría para terminarlo.
Terminó de inyectar el contenido de la jeringa entre los dedos del pie y tiró la jeringa cerca de la entrada de la habitación y se retiró al baño, permaneció ahí, vigilando a que llegara el otro chico para entonces continuar con su plan.
Lo vio llegar y meterse a la habitación de su amigo y se dirigió hacia allá, aunque esta vez se movió cerca de una enfermera que iba pasando e hizo como que se tropezaba para que ésta la ayudara a llegar a la habitación de David, al entrar lo que vieron le dio mucha felicidad a Leire, el otro chico se encontraba con la jeringa en la mano y la enfermera rápidamente gritó a seguridad. Leire no sabía que decir, aparentó sentirse aturdida y no saber que estaba pasando.
El chico tímido fue encontrado con el arma que acababa de terminar con la vida de su amigo David, eso y además de que los testigos revelaron que lo había visto muy cerca de su comida en la prepa y ahora en el hospital con la jeringa, entonces, él debería de ser el culpable.
Nadie sabía porque lo había hecho, tal vez era porque estaba celoso de que David era popular y él no, tal vez ese chico también era el culpable de lo que le había pasado a Leire.
Nadie nunca sabría la verdad y eso tenía
en claro Leire.
Nunca nadie sabría que ella había sido la causante de estos acontecimientos y que lo había hecho por venganza de lo que David le había hecho y José porque no hizo nada más por evitarlo.
Participante 0002 – Ricardo Barboza Díaz.
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