Hoy estamos en esa
fecha del año tan peculiar, una en la que suelen suceder diferentes cosas,
algunas más extrañas que otras, pero que por ello, no dejan de pasar.
Esta fecha del año es
en la que se reúnen las personas para pasar un rato agradable de convivencia,
en donde se le dice “adiós” a un año que está en las últimas horas para dar
paso al nuevo año que está por comenzar.
Y es en esta misma
fecha que muchos de nosotros comenzamos a elaborar lo que serían “los
propósitos de año nuevo”, esas miles de ideas, pensamientos, ilusiones, sueños,
metas, anhelos que planeamos hacer para el nuevo año que está por comenzar,
desde los propósitos más comunes; bajar de peso, comenzar a ahorrar, hacer un
viaje hacia algún lugar desconocido, entre otras cosas, como algún otro
propósito más específico que cada uno pudiese tener.
Pero… ¿Por qué pasar
cada año haciendo esa lista interminable de cosas para que al llegar el próximo 31 de Diciembre
nos demos cuenta de que no hemos llevado a cabo casi o ninguna de ellas? Y así
sucede constantemente, nos damos cuenta de que las metas que año con año
proponemos cumplir, siguen siendo las mismas metas que no logramos cumplir en
los años anteriores. No quiero decir con esto que sea malo o bueno proponernos
cosas para hacer durante el año, sino, que más bien, posiblemente no son tan
claras y reales como para poder cumplirlas, tal vez si somos más específicos en
lo que queremos y mencionamos día,
forma, lugar o los detalles necesarios de lo que queremos, posiblemente
pudiéramos cumplirlas.
Por ejemplo, si
nuestro propósito de año nuevo es “bajar
de peso”, podemos especificar una serie de rutinas diarias como
posiblemente rutas para ir al trabajo o a la casa a pie, subir escaleras en
lugar de tomar el ascensor o realizar una serie de ejercicios que podemos
realizar en la oficina o en el hogar para comenzar a activar nuestro cuerpo,
también acompañados de un plan de alimentación que nos ofrezca los requisitos
necesarios para nuestro metabolismo diario, puede ser planeado para una semana,
una quincena, un mes o la cantidad de tiempo que nos pongamos como meta.
Si nuestro propósito
es “comenzar a ahorrar”, que no sólo se quede en palabras sino en hechos, por
ejemplo, en la primera entrada de dinero que tengamos, ahorrar el 5% o más de
nuestros ingresos, esos ahorros serán intocables, ignoraremos su existencia por
algún tiempo determinado (un mes, un bimestre, un año o el plazo que deseemos
ahorrar), para cuando se cumpla el plazo del tiempo que deseamos ahorrar podamos
ver ese dinero y que no se haya ido en “luego lo repongo” o “es una urgencia”,
esos pequeños sacrificios que tengamos durante ese tiempo, nos traerán una
satisfacción mayor cuando den frutos.
Si nuestro propósito
es “salir de viaje”, lo que deberíamos hacer es plantearnos diferentes cosas;
¿A dónde queremos ir? ¿Cuándo queremos ir? ¿Cuánto tiempo queremos estar de
viaje? ¿Qué actividades podríamos hacer durante el viaje? ¿Cómo sería el medio
de transporte? ¿Dónde me quiero hospedar? Entre otras cosas más que pudiéramos
pensar. Ya que esas preguntas sean respondidas, sacamos el costo aproximado de
los gastos que tendríamos que hacer, vemos la fecha en la que quisiéramos salir
de viaje y comenzamos a sacar recursos necesarios para el mismo, ir ahorrando algo
de dinero para completar los gastos requeridos y poder disfrutar de ese viaje
en el tiempo estimado.
Si comenzamos a
trabajar en esos propósitos, de uno en uno a la vez y ponernos uno, dos o los
propósitos que podríamos cumplir en un año y que además las metas que pongamos
sean reales y alcanzables en ese tiempo determinado, entonces… veremos que con
esfuerzo, dedicación, entrega y trabajo, pronto podremos ver esos y
posiblemente otros propósitos más cumplidos.
Les deseo un
excelente y próspero 2015.
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