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martes, 27 de febrero de 2018

Escrito 0001 – El Lobo Enamorado

El Lobo Enamorado - The Black Cat
Una vez un lobo vagaba por el bosque, nadie sabe que buscaba o que esperaba encontrar, tan sólo sabían que estaba cerca, pues era casi un ritual para aquel ser el pasear por el bosque, haciendo sonar la hojarasca seca como una advertencia de su presencia, aquellos que desconocían de aquel animal y se aventuraban al bosque aún después de las advertencias, eran condenados por si mismo, por el destino o por el lobo, a morir entre sus garras, aunque con el tiempo todo mundo sabía ya de aquella leyenda viviente, habían intrépidos que salían a retar su destino, una noche, mientras el lobo paseaba, cabizbajo y herido por alguien que salió preparado para matarlo, cansado de tener que guardar resguardo en su propia casa por culpa de un animal, por su culpa, había dicho el hombre, entre la debilidad y la fatiga de la carne, encontró a una mujer de piel blanca como el marfil, y unos labios tan rojos como la sangre, parecia amable o tal vez no, pero el lobo sabia que no tendría oportunidad de escapar estando tan herido, y con el aliento que le quedaba, se acercó a la mujer y en forma de súplica, como deseando su muerte, se dejó caer a sus pies con el peso de la fatiga, pues había perdido ya mucha sangre, la mujer lo vio y sonrió, acariciando su hocico, sintió lástima por el, y antes que matarlo, le ayudó, le sano las heridas y lo vendo, lo llevó a un lugar secreto que sólo ella conocía, dijo, 'bueno, ahora tu también lo conoces.', le sonrió y de nuevo, acariciando su grande hocico, lo guió por una cueva no muy estrecha, pero tampoco muy angosta, lo dejó descansar y lo alimentó por varios días hasta que el lobo pudo recuperar energías y seguir con sus asuntos, la mujer, que regresaría pronto al pueblo, prometió al lobo que le vería cada año en el mismo lugar donde la encontró, un pequeño beso en la nariz fue su despedida, y regresó al pueblo, mientras el lobo comenzó a sentir algo que jamás había sentido nunca por un humano, no era ni desprecio, ni odio, ni furia, era... Amor.
Así pasó el tiempo y cada año se veían y pasaban días en el bosque, hasta que un hombre, el cazador que buscaba al lobo hace tiempo atrás, lo volvió a encontrar, pero esta vez, con una hermosa mujer, aquella mujer con la piel pálida y labios rojizos, de quien el cabello castaño bajaba como casacada por sus hombros, el lobo al fin parecía tranquilo, pero el cazador, no. Regresando al pueblo grito y vocifero que había una bruja en el pueblo, una "domadora de lobos", que podía cambiar de forma y transformarse en otro lobo igual de aterrador. 'si no me creen, véanlo ustedes mismos, esta en el bosque con el lobo gris, su amante, aquel que nos ha aterrado por años, por siglos.' grito iracundo. Algunos excepticos prefirieron no ir a ver, pero la mayor parte de los habitantes de aquel lugar sentían curiosidad, morbo, ganas de verlo con sus propios ojos, el Cazador los llevó a donde estaban, el lobo arrullado en los pies de aquella hermosa mujer que cantaba una melodia lenta y suave, mientras bordaba hilo de lino entre flores frescas, al verlos, la gente se indigno, y empezaron a gritar haciendo que el lobo despertase sobresaltado y en un intento de proteger a su amada, se puso frente a ella y gruño a quien tratase de acercarse, pero el cazado no era tonto, sabría que algo así pasaría y desenfundo su arma, pero no espero que aquella mujer se pusiera frente a la bala que sería para aquel lobo viejo y gris, la gente se asusto por el disparo, algunos corrieron y otros no supieron que pasó, mientras la mujer, la amada, desangraba en el suelo sin nadie que pudiese ayudarla, el lobo chocando su hocico en su mejilla trataba de animarla, pero ella no reaccionaba, tan solo se limitó a sonreír, y acariciar por última vez el hocico del lobo, segundos después, murió y el lobo lo entendió.
Miró al cazador que quedó en shock al ver a la mujer morir por su propia mano, no dudó en ningún momento y de un salto cayó sobre el, empujando lo hacía atrás y haciéndolo caer al suelo, lo mordió y araño tantas veces como para matarlo, la gente se había dispersado, ido, o al menos, alejado. Con el hocico lleno de sangre, movió la mano de su amada, aquel gesto que solía tener, jamás volvería a pasar, y el lobo, aullo amargamente, lloró, y por final, se acurruco junto al cuerpo de la mujer que conoció aquel fatídico día, pasaron un par de días para que el lobo volviera a estar en sus cabales, observó la luna desde el punto más alto del bosque, y cantó una amarga melodia a la luna, pues la luna se asemejaba a la belleza de quien alguna vez amo, sentía que ella estaría ahí, así que aulló aún más fuerte cada vez y a su canto se unieron aquellos que conocían el dolor de su pena, el dolor de su canto.

Participante 0001 – The Black Cat

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